lunes, 27 de septiembre de 2010
Sobre pasar la noche- Concurso Teatro por la identidad
(Ella de pie) Estoy sentada. Fumo. Miro hacia atrás (No se mueve) nada. Hay público... poco, gente que me mira. Yo fumo. Toso, poco. Pienso en la muerte porque a mi tío Roberto le cortaron las piernas por el pucho, ya no circulaba. Le cortaron las piernas y después se murió. No soportó la tristeza de la falta de piernas y se puso a fumar más que antes. Después se murió. Antes, después. Hace un rato, me comí un bife. Sola, en la cocina, con la sartén echando humo, el bife ahí sumiso en la sartén, y yo echando humo. El me gritó que no eran horas para comerse un bife (Silencio) Me lo comí con un poco de puré de ayer. (Silencio) Pienso que fumo para no estar sola. Mirá si va a haber una hora para comerse un bife. Yo no quería esto, no quería fumar, comerme un bife, Roberto. Quiero decir, no quería hablar de esto. Estar acá. Debe significar algo. El duerme. Por eso no puedo hacer nada porque duerme y entonces yo divago, digo cualquier cosa, me aburro. Mi mamá decía que aburrirse era de gente poco interesante que no tenía imaginación. Debe ser eso. Qué importa qué decía ella, diría cualquier cosa, lo que le venía en el momento, como yo. Antes le daba mucha importancia. Me parecía que ella tenía que saber algo. Tenía que saber. Pero ahora me doy cuenta que no tenía idea, o que no tenía que saber, por lo menos. Hablaba por hablar, para no aburrirse, como todos. Quizás la hacía sentirse interesante. El duerme. En realidad es eso. Banalizo todo cuando las cosas no son como quiero, siento que me hundo a un lugar de mí. Un saloncito quieto, como este. Una silla, yo sentada, fumando, o parada, fumando. Ahí desciendo cuando las cosas no son como imagino. Un pequeño espacio, gente, poca. Me trato de convencer. Porque en realidad sé que tengo que salir de acá, dormir un rato, despertarme, desayunar, hacer mi vida, hay que hacerla, porque sino se va. Como las piernas de Roberto. Y después la tristeza. Sé que todo está bien. Como si esto le diera sentido a algo. (Se golpea) Andate a dormir Marisa. (Se golpea) Te callás la boca, dejás de pensar pavadas y te vas a dormir. Nunca pude entender cómo los hombres se duermen tan fácil. Si hay un problema, pum, se duermen, una discusión, pum, se duermen, yo puedo llorar, gritar, romper todo... nada, ellos duermen, son todos igualitos. Creo que estar acá es mejor que pagar los vidrios rotos, renovar toda la vajilla, matar las plantas del balcón o volver a separarme. Ya sé que no me voy a matar. Hay una indignación que me saca de mí. Es que se duerma, que yo esté llorando deshecha y él, pum, se duerma. Como si nada. No me ve. (Se golpea) No me ve, no me ve. (se golpea) Definitivamente yo estoy. Soy algo. No solo unas piernas. Cosas separadas, quiero decir. Quisiera despertarlo. Tirarle encima un balde de agua hirviento, que se despertara en una acumulación de gritos propios. Chillando como un chancho al que acribillan. Que se le reventaran los tímpanos por su propio chillido. Que la piel se le llenara de ampollas que lo desnuden en carne viva. Y después por encima de esas ampollas pasarle un cuchillo dentudo que le vaya levantando las yagas una a una. La cama hecha un charco de sangre, y su cuerpo abierto, como un bife crudo, a la hora del bife, en la sartén chirriando, chorreando líquido. Que se sienta un poco como yo. Que llore angustiado como un chico, que me pida clemencia. Y yo, pum, dormirme. Así no más. Satisfecha porque su dolor me calme. (Se tira del pelo) Qué decís Marisa. Yo lo que quiero es que me escuche, que no se duerma. No soporto estar despierta de noche. El silencio, la oscuridad, la sensación de que uno está mal, que la noche es para dormir, que si no te levantás a la mañana no servís para nada. (Silencio) No quiero fumar. (Se le caen los cigarrillos). Sería mejor comer chocolate, o hacer burbujas en el aire. Sería bueno tejer, dibujar, pero yo no tengo paciencia para nada. Por eso fumo. Me organiza. Un pucho son siete minutos. Siete minutos que pasaron felizmente. No me gusta estar conmigo creo. Debe ser eso, no me gusta estar en mí, por eso se duerme y quiero matarlo. De día me distraigo, hago las compras, trabajo, poco, no soy muy útil. Pero limpio la casa. Pasar el trapo me toma treinta minutos. Sé cocinar. El quiere tener hijos. Dice que muchos, no sé si para asustarme. Dice que cocino bien, que sería una buena madre. No sé de dónde habrá sacado eso de muchos hijos. El es hijo único, y yo le digo la cagada total que es tener muchos hermanos. Yo tengo siete, una cagada total. No existís para nadie, es como no tener padres. Tenés hermanos que te cagan la vida. Y los padres siempre la frase, andá a jugar con tus hermanos, arreglate con tus hermanos. Creo que la gente que tiene tantos hijos no quiere hacerse cargo de nada. Y la gente que tiene un hijo único es de lo más asfixiante. La madre lo llama todos los días a ver cómo está. "Sos mi vida" le dice la muy enferma ¿Y cómo va a estar vieja? Para la mierda, como todos. Duerme, no resuelve nada, quiere tener muchos hijos para que no se parezcan a él. Para que yo no me parezca a usted. Pobrecito. Tiene una madre que es una pesadilla... y yo... trato de controlarme, pero soy peor que ella. Sería bueno comer un paraguita, o tomar un café. Pero estoy como paralizada, me parece que me tiembla la sangre, o que me falta el aire. Tiene que haber un punto medio. Bueno, no sé si peor que ella. A lo mejor un hijo me aliviaría las noches. Cuando él se va yo me ocupo del hijo y tengo resueltos los espacios muertos. Tendría que dejar de fumar eso sí. No sería tan grave porque ya no me sentiría sola. Podría agobiar a mi hijo hasta el hartazgo, el pobre crío no tendría idea de lo nociva que soy para él y me amaría como nadie, sin remedio. Como a una madre osea. Qué alternativa le queda. El no se dormiría si yo lo necesito. Yo jamás dormiría si me necesita. (Se saca las pantuflas . Se obliga a olerlas) Serías peor que su madre, peor que su madre Marisa. Pero no sería tan grave, el está acostumbrado a su madre, a él no le sorprende nada, y mi hijo solo me va a conocer a mí. Soy un horror. Yo no voy a tener ningún hijo. Si no me soporto es asunto mío. Y en todo caso de él. El tiene que soportarme. El duerme. ¿Qué me pasa?. El no tiene que soportarme. Qué es este saloncito oscuro, sin nada, este teatrito de mi pesadilla. Que son estas cosas que digo. Cosas. Tengo que estar durmiendo. Siento que las palabras son cosas. Cosas, pesadas, que ocupan espacio. Cosas amontonadas que no me dejan hacer, que me obstruyen. Que no me sirven para nada. Que ocupan todo. Quizás hablo para vos tío Roberto, que en paz descanses. Quizás con vos empezó todo esto. Quizás yo no quiera ir perdiendo partes de mí. Prefiera conservar las piernas. Quizás no me llene de nada un hijo, ni despertarlo a él, no me llene de nada. Tendría que dejar de fumar. Eso es estar sola. Ni siquiera tener el humo. Hacer algo. Tejer por ejemplo. (Se empieza a sacar la ropa despacio) Tejer es hacer algo.Tejer es hacer algo bueno. Es una cosa que se sale de mí, que ocupa espacio fuera de mí, no estas palabras. Buscarme un trabajo útil, hacer amigos. Tengo cuerpo. (Mete la mano por debajo de la bombacha y se toca con curiosidad). Tengo mucho cuerpo, adentro y afuera. Cuerpo caliente, que huele. Buscar un trabajo, mi cuerpo, no un hijo. Mi cuerpo, no palabras. Yo puedo comerme un bife si me da la gana. Por eso no hay nada atrás... por eso.... por eso limpio, trabajo, cocino y no hay nada. No estoy. (Se apaga la luz. Se enciende un cigarrillo) Quiero coger.
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